Literatura Argentina
martes, 22 de junio de 2010
Critica: El Juguete Rabioso de Roberto Arlt.
La obra relata la historia de un adolescente y su interminable pelea por escapar de una vida pobre y rodeada de miseria, debido a su condición social.
La pobreza es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad de acceso o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas. Esto es exactamente lo que se puede apreciar en la obra: la pobreza, la marginación, la imposibilidad de ascender y concretar sueños, son apenas algunas de las heridas marcadas en la piel de Astier, el protagonista de la historia.
Cita:
“Un adolescente y una niña conversaban en la penumbra (…) Pensé en que yo nunca seria como ellos… nunca viviría en una hermosa casa y tendría una novia de la aristocracia”
Se denomina marginación o exclusión a una situación social de desventaja económica, profesional, política o de estatus social, producida por la dificultad que una persona o grupo tiene para integrarse a algunos de los sistemas de funcionamiento social. En la obra se puede ver esto ya que el protagonista tiene muchas dificultades para integrarse a un grupo social, y tener amigo. Pero también existe una contradicción en esto, ya que cuando, Astier, logra tener un amigo lo traiciona al delatarlo.
Cita:
— "Tenés que trabajar, ¿entendés? Tú no quisiste estudiar. Yo no te
puedo mantener. Es necesario que trabajes."
— "Tenés que trabajar, Silvio.
—¿Trabajar, trabajar de qué? Por Dios... ¿qué quiere que haga...?
¿que fabrique el empleo...? Bien sabe usted que he buscado trabajo."
Estos dos factores (pobreza y marginación), son centrales en la obra, ya que toda se basa en la necesidad de poder salir de esa situación, ser alguien importante en la vida, en la necesidad de escapar de esa realidad tan cruel a la que es arrastrado el protagonista, pero no por causa de otro sino por errores que el mismo comete a lo largo de toda su vida.
Cita:
- “Ya no tengo ni encuentro palabras con las que pedir misericordia. Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma…”
- “A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí, solo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos...”
Toda esta vida llena de humillaciones, desprecios, soledad, pobreza, son las principales causas por la cual el protagonista se ve en la necesidad de tomar como armas el orgullo y la venganza, la hipocresía, la perversidad y por supuesto, la ironía, para poder triunfar, no económicamente sino el triunfo de su moral.
- “…yo, por mi inquietud me siento, a pesar de mi canallería, superior a usted…”
martes, 25 de mayo de 2010
martes, 6 de abril de 2010
Clarín literario, jueves 10 de junio de 1971
Jorge Luis Borges sí sabe leer y escribir. Con esta irónica respuesta al absurdo requerimiento de una planilla burocrática que cumplimenta su secretario, comienza la entrevista en la Biblioteca Nacional.
Yo diría que son excesivamente generosos cuando piensan en mí.
Es una etapa de incertidumbre, de ingenuidad y, en general, de desdicha.
Los veo exactamente igual a los de otros países, aunque quizás son más tímidos acá. He encontrado el diálogo más fácil con los estudiantes de Estados Unidos que de la Argentina.
Creo que sí, que es casi su única pasión. Cuando yo era joven la política nos interesaba muy poco.
¿Tuvo alguna vez, en su juventud, ideas revolucionarias?
Sí, era como mi padre: anarquista e individualista. Ahora soy conservador, pero no hay mucha diferencia entre ambas cosas…
Creo que ofrece la ventaja, que no comparten ciertamente los otros partidos, de no fomentar, ni siquiera tolerar, el fanatismo. Todo conservador es una persona tolerante, y un poco escéptica. El comunismo y el nacionalismo fomentan el fanatismo, la intolerancia. Creo, no obstante, que el fanatismo no es un mal congénito del hombre porque hay épocas en que no se ha dado. No hay panaceas para remediarlos, eso depende de cada uno.
¿En qué otra parte voy a estar? Si viviese en la irrealidad sería muy interesante, pero, hasta ahora, no ha sucedido.
Quiero aclarar eso: quiero decir que mi posición política siempre ha sido clara. He sido adversario del comunismo, del nacionalismo, del antisemitismo y, desde luego, de cierta dictadura de la que prefiero no acordarme. Pero no he permitido que esas opiniones intervengan en mi labor literaria. Eso no quiere decir que las haya ocultado. Las he declarado públicamente, pero cuando escribo un cuento o un poema, estoy pensando en ese cuento o en ese poema. No creo que estoy, como dicen, “encerrado en una torre de marfil”. La creación requiere una amplia libertad, más allá de las opiniones del lector que son, por lo demás, lo más superficial que hay en él.
Sabemos que esta pregunta pueda tal vez, sorprenderlo:
Con un matiz levemente irónico en su voz, responde:
Sí, he conocido muchos… Creo que la realidad no está compuesta exclusivamente por obreros, sino por todas las clases sociales; por ejemplo, la clase media a la que nunca se la toma en cuenta. Le falta, tal vez, prestigio romántico. La idea de la aristocracia y la idea de lo que se llama pueblo tienen cierto prestigio. La idea de la clase media es escasamente encantadora.
Pero es una fuerza…
Es la mayor fuerza de nuestro país, que se diferencia de otras naciones de América latina; es la más importante al fin y al cabo. El pueblo y la aristocracia se parecen, sin casi iguales: los mismos prejuicios, el mismo nacionalismo.
Dice no entender por qué la gente cuando se refiere al pueblo, tácitamente evoca a una sola parte de él: la más pobre, la más ignorante.
Aún en el país se piensa que el pueblo es el gaucho. Ya no hay gauchos, pero este detalle no se toma en cuenta.
Es una calamidad. Con respecto a su autenticidad, recuerden que tengo algunos antepasados de los que me enorgullezco, y desgraciadamente soy pariente de Rosas… (Puede ponerlo).
La amistad, la pasión de la amistad.
Recordamos, de pronto, que queríamos hacerle otra pregunta un poco particular:
No sé por qué existen; yo sé que nada de eso había cuando era joven. Habrán empezado con la dictadura, supongo. Creo que se deben, en parte, al crecimiento industrial. La gente prefiere vivir no en conventillos –que en comparación son hoteles de lujo-, pero sí en villas miserias con tal de vivir en Rosario, Córdoba, Buenos Aires. El campo se está quedando solo; se están perdiendo todas las artes del campo aquí y en el Uruguay. Esa tradición de la cual se habla tanto ha quedado relegada a la televisión o al cinematógrafo.
Recordamos si bien nos adelantó antes de la entrevista que no hablaría de temas como la guerra de Vietnam, ya que la guerra implica en sí algo más vasto y general. A nuestra pregunta, responde:
No creo que la guerra sea necesariamente un mal. La historia argentina es una historia épica, es una historia de guerras.
(Va enumerando todas nuestras luchas con países limítrofes, con invasores extranjeros y, por supuesto, entre nosotros mismos. Luego, prosigue).
Todas esas guerras han sido victoriosas y han sido, en suma, benéficas para el país.
¿Por qué, entonces, las guerras nos parecen tan terribles?
Porque estamos viviéndolas. El presente es siempre atroz. No creo en la edad de oro ni en la “belle époque”. Para quienes tuvieron que vivirla, la “belle époque” no fue una época particularmente feliz. Las personas que vivían en el año 90 no se sentían especialmente felices. Nadie se siente feliz en el presente. La felicidad corresponde más bien al pasado, a la nostalgia, a la esperanza. En otras épocas la gente no tenía conciencia histórica del tiempo en que estaba viviendo. En cambio ahora, estamos pensando constantemente en el momento histórico que vivimos y eso no nos hace ni muy sabios, ni muy felices.
Creo que es una época de escasa esperanza, de desidia, nadie espera mucho de nada. En 1910, cuando Rubén Darío escribió la “Oda a la Argentina”, creo que sentíamos que éramos una esperanza para el mundo. No creo que nadie sienta eso hoy. Sentimos que todo está un poco desvaído, un poco gris; y si quieren suprimir un poco, podemos suprimir los adverbios…
Borges, ¿qué es el Tercer Mundo?
Creo que es una de las diversas calamidades que conocemos ahora. No entiendo qué quiere decir todo eso. Creo que algunos sacerdotes se han dedicado a hacer demagogia.
Tenemos que salvarnos nosotros mismos cumpliendo con nuestro deber. Creo que yo, escribiendo cuentos, dictando clases, dirigiendo la Biblioteca Nacional, lo hago. No puedo ser soldado como mis antepasados. Ni siquiera he muerto en el 74, como mi abuelo…
Ríe apenas, y dice aceptar plenamente su destino literario.
Si me hubiera dedicado a ser buzo, no habría sido uno muy eminente; tropero, tampoco; sargento, tampoco; político, menos que nada.
Creo que, en general, con las salvedades necesarias, los hombres que se dedican a esa profesión son los menos interesantes. Y es que una persona que se dedica a hacerse popular, a hacerse retratar, a que voten por él, no puede ser una persona muy compleja.
Volviendo a lo literario, algunos piensan que usted le da demasiada importancia a la literatura anglosajona.
Sí, es probable. Pero al mismo tiempo querría recordarles que también le he dado mucha importancia a la literatura vernácula.
Esa resonancia que tiene lo que usted escribe o dice, ¿le molesta a Borges?
Es muy rara, pero Borges no tiene la culpa. Le halaga y le asombra. Yo no he hecho política literaria, no he fomentado que se hable de mis libros, ni de mí. Pero es algo que ha sucedido y me siento agradecido y hasta atónito.
Creo que hay una superstición en eso de leer libros contemporáneos. Schopenhauer decía que “no hay que leer ningún libro que no haya cumplido cien años porque no podemos saber si es bueno o malo”. Claro que al mismo tiempo se quejaba de que no hubiesen leído sus libros, que no habían cumplido cien años…
No me interesa absolutamente nada. Yo espero ser olvidado, definitivamente.
martes, 23 de marzo de 2010
lunes, 22 de marzo de 2010
sábado, 20 de marzo de 2010
Juan María Gutiérrez
Biografía
Devido a su apoyo, en épocas de Rosas, a los expatriados a Montevideo, fue encarcelado y cesanteado. Emigró entonces en 1840 a Uruguay donde se destacó como literato con El Iniciador en forma anónima a la vez que continuó en otros periódicos su obra de divulgación y crítica. También realizó trabajos como ingeniero y topógrafo. Fundó con Juan Bautista Alberdi y Esteban Echeverría la Asociación de Mayo y viajó en 1843 con Alberdi por América y Europa. Durante ese viaje estuvo en Valparaíso, Chile, donde se dedicó a la docencia, escribió libros y la colección de poesías América Poética, que tuvo muy buena crítica. También allí fue el primer director de la Escuela Náutica. Publicó biografías traducidas del francés y el resultado de sus investigaciones por el nuevo mundo.
Enterado de la caída de Rosas (1852), decidió retornar a la Argentina donde actuó en el Crongreso Contituyente de 1853, apoyando el Acuerdo de San Nicolás, y fue Ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina precedida por Justo José de Urquiza, contribuyendo al éxito del Pacto de San José de Flores.
Comenzó una labor periodística en diarios de Buenos Aires y fue diputado nacional.
El presidente Bartolomé Mitre le encomendó la Dirección de la Universidad de Buenos Aires, cargo que ejerció desde 1861 hasta el 1874 siendo además integrante de la Convención Constituyente bonaerense de 1870-1873.
Sus noticias históricas sobre el origen y desarrollo de la enseñanza superior en Buenos Aires (1868) constituye un clásico en el cual volcó todos sus conocimientos sobre del tema.
Como rector de la Universidad creó el Departamento de Ciencias Exactas e inició gestiones para contar con profesores que provinieran de Europa. Así vinieron Bernardino Speluzzi de la universidad de Pavia, Emilio Rossetti de la universidad de Turín (ambos como profesores de matemáticas) y Pelegrino Strobel de Parma, para historia natural.
En 1866 comienza a funcionar el Departamento comprendiendo la enseñanza de las matemáticas puras, aplicadas y de la historia natural con la finalidad de formar en su seno ingenieros y profesores, fomentando la inclinación a estas carreras de tanto porvenir e importancia para el país. Aunque estaba habilitado para expedir diplomas de ingeniero, de profesor de matemáticas y de ingeniero profesor, de hecho sólo expidió el de ingeniero.
Como rector de la Universidad de Buenos Aires y debido a su gran interés por el estudio de las ciencias naturales brindó ayuda al sabio alemán Hernann Burmeister como director del museo público de Buenos Aires. Fue así presidente de la Sociedad Paleontológica, creada gracias al apoyo dado por él a Burmeister en 1866. Su pensamiento influyó en los científicos de la época como Francisco P. Moreno. Tuvo en su momento que actuar como jurado en una controversia entre este último y Burmeister.
En 1865, presidió una comisión que presentó el proyecto de un plan de instrucción general y universitaria, cuyo informe constituyó un documento valioso tanto desde el punto de vista histórico como también por sus concepciones didácticas y científicas.
En 1875 se lo nombró jefe del Departamento de Escuelas de las Provincias. Proyectó escuelas de agriculturas, comercio y náuticas, e hizo lo posible por fundar una Facultad de Química y Farmacia.
En 1876 rechazó el diploma de la Real Academia Española de la Lengua.
Falleció en Buenos Aires, en su casa, el 26 de febrero de 1878.